ALETSCH, MÁS QUE UN GLACIAR


Después de recorrer casi 5000 km en bicicleta atravesando Europa como “slow travelers”, no queríamos perder la oportunidad de señalar nuestro paso por el glaciar más grande de los Alpes, El Aletsch, ya que ha sido uno de los destinos más conmovedores e impactantes que hemos visitado hasta el momento. Desde este post pretendemos acercar este ineludible y extraordinario destino a los viajeros “low cost” que temen los presupuestos desorbitados de los Alpes suizos.


Podríamos reseñar infinidad de datos impactantes sobre el Aletsch, como sus 27.000 millones de toneladas de hielo, sus 23 km de largo; o que fue declarado Patrimonio Natural de la Humanidad por la UNESCO. Sin embargo, no queremos anegar este post con antecedentes que soslayen la importancia de este lugar. El glaciar del Aletsch es extraordinario e incomparable; es un verdadero mundo de hielo, roca y tupidos bosques donde cembros y alerces confieren una belleza casi mágica a los alrededores. Sin lugar a dudas, esta región se ha ganado el reconocimiento de ser considerada una de las zonas más atractiva de Suiza.


Para contemplar esta maravilla natural pedaleamos hasta la estación de Betten, a los pies del macizo. Desde su aparcamiento parten teleféricos que ascienden a Bettmeralp, una entrañable aldea de montaña a más de 1.900 m de altitud donde reina la tranquilidad al carecer de circulación de coches. El enclave tiene un encanto especial con su pequeña y bella capilla blanca dedicada a María de las Nieves, tras la cual, hacia el suroeste, se alzan las cimas más imponentes y majestuosas del Valais suizo, como el Weisshorn, Dom y Monte Cervino. Desde la cara norte del Eggishorn (2.927m), recorriendo una profusa red de senderos señalizados, se consiguen las vistas más espectaculares y excepcionales del glaciar, como las cumbres Jungfrau, Eiger y Mönch (alrededor de los 4.000 metros de altura).

Transitamos plácidamente por infinidad de senderos maravillosos; sin embargo, la intensidad de la vivencia estaba por llegar. La experiencia de caminar sobre las grietas de un glaciar es equivalente a contemplar el génesis de la tierra, algo que nunca olvidaremos. Abrumados por la majestuosa masa de roca y la sempiterna nieve de las aguzadas crestas, caminamos pausadamente desinhibiendo nuestros sentidos y permitiendo que el crujido del crampón en el hielo penetrase hasta los rincones más insondables de nuestro ser. Hechizantes regueros de agua traslúcida acarician segmentos de hielo que cristalizaron en el siglo XIII y XIV, dejando en nuestros labios siglos de historia petrificada. Lo recordaremos como una magnífica excursión entre inefables sensaciones.


Adentrarnos en el bosque del Aletsch, el Aletschwald, se podría considerar como una experiencia casi mística.  Aletschwald es uno de los bosques de pino vírgenes más grandes de Europa. Entre sus alerces y cembros se hallan los árboles más viejos de Suiza (unos 900 años). En nuestro recorrido, envueltos en una espesa niebla y un adictivo silencio advertimos una vez más la magnificencia de la montaña en todo su esplendor, tomando conciencia de la insignificancia y fragilidad del hombre frente a los elementos naturales. La montaña ha ejercido siempre un gran atractivo para el ser humano, un misterio sin respuestas que enriquece tu vida interior y eleva nuestras conciencias a niveles superiores. Eso fue precisamente lo que nos cautivó al descubrir este mágico enclave. 


Sin duda, visitar este glaciar debe estar entre los destinos ineludibles a recorrer en Suiza. A pesar de las apariencias, en este resort de montaña hay cabida para todo tipo de viajeros.


Toda la información en este enlace Aletsch Arena


Raymon – www.OtraVidaesPosible.org



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