Breve descripción de la ruta
andina chileno-boliviana que me atrevo a denominar: “La aventura de las cuatro agonías” (ver mapa).
Podría ser uno de los recorridos en bici más primitivos, inhóspitos y
extraordinarios del planeta. Siendo sincero, la experiencia no es apta para
cicloturistas con mucha equipación, sino para light-travelers. Si acarreas
mucho peso lo pasarás francamente mal. Me atrevería a decir que no es una ruta recomendada
siquiera para viajar en bici, sino un desafío en sí mismo donde el sacrificio,
la entrega y la paciencia serán tu único acompañamiento junto a la altitud, las
rigurosas temperaturas, el indómito viento y el precario estado del “camino”. De
ahí, “las cuatro agonías”.
Vídeo de la ruta: vídeo 1, vídeo 2
Vídeo de la ruta: vídeo 1, vídeo 2
Sin embargo, no todas son desalentadoras noticias. Los
paisajes son sublimes, de una belleza sobrecogedora; y tendrás que pellizcarte para adivinar si estás despierto o soñando. Flamencos, Llamas y Vicuñas llenarán de vida un territorio hostil e ingrato distinguido por la magia del vacío. Ocasionalmente vacilé si
el horizonte que se encontraba frente a mí era un espejismo o simulaba el
decorado de una película de Star Wars. Otras veces percibía atónito que exploraba
algún cráter del planeta Marte, o imaginaba como al mirar de soslayo, me
trasladaba al periodo Jurásico donde Diplodocus, Velociraptors o Tiranosaurios deambulaban
en busca de alimento. Es, sin lugar a dudas, uno de los parajes más bellos y
abrumadores del globo.
La ruta discurre entre el eje andino de Chile y
Bolivia por aproximadamente 1000km off-road de arena y ripio corrugado, o como
dicen en esta región, pistas de “calamina” sin señalizar. Lo denominan
así porque su forma se asemeja a los tejados ondulados de calamina que se utilizan en las casas de adobe tradicionales. No basta con unas buenas piernas para pedalear y franquear el desnivel. Es necesario un estado físico integral lo
más completo posible.
La gravedad, la arena y el ripio te absorben con un magnetismo inusitado.
Empujas, gritas al vacío, empujas de nuevo, blasfemas y vuelves a empujar. Por
lo que, además de la espalda, los hombros y los brazos, intervienen músculos
que ni siquiera creerás que existen en el cuerpo. Recuerdo limpiar mi cuentaquilómetros
de gotas de sudor y arena seca y observar con estupor que tan sólo había
recorrido 5 km en una hora. En ese momento sólo piensas: “esto no es montar en
bicicleta”… más tarde, súbitamente, un refresco de energía rescata un
escalofrío y sientes como si la vivencia hirviera a cada latido de tu corazón…
entonces, recapacitas y evocas lo que años de viajes te han enseñado: la vida
no florece en el placer, la seguridad y la certidumbre.
Las temperaturas son
desconcertantes, pasando de los 20º de la mañana bajo un sol inflexible en su
cometido, a los -15º de la noche (dependiendo de la temporada). Los contrastes de temperaturas son muy acusados
y desgastan tu piel a una velocidad asombrosa. La hidratación es un factor a priorizar.
Tus manos empiezan a agrietarse y es fácil conseguir heridas profundas en
casi todos los dedos de las manos, lo que impide que manipules el material
adecuadamente, especialmente cuando manejas el combustible de tu hornillo. Me
propuse estar sobre la bici al alba, aunque a veces se convertía en una hazaña ilusoria.
El frío de la mañana, sin la compañía de los rayos del sol desalienta cualquier iniciativa.
La mejor época para afrontar esta ruta es la temporada seca, desde Julio hasta
mediados de Octubre. También es la más fría. A partir de las 18:00 tu tienda de
campaña se convertirá en tu mejor refugio, mas la soledad será la experiencia
central del insomnio.
Dependiendo de la época, un invicto
adversario -el viento- despertará de noroeste u oeste; su perseverancia a veces se infiltraba
furtivamente en mis sueños. Por lo general, comienza a rugir a mediodía, aunque
yo lo soporté con desesperación durante tres jornadas desde las 8:30AM. Gente
humilde y curiosa, domadores del inclemente hábitat, me informó que hay años más ventosos que
otros; éste era uno de ellos. Una ingente cantidad de arena es impulsada a los
caminos, especialmente los que están flanqueados por cultivos de quínoa. Encontré
algún compañero que estaba realizando la ruta completa de sur a norte. O por
desconocimiento, o por desafío, disputarle metros al viento en estas
condiciones me parece de una osadía que excede del masoquismo.
La altitud de la ruta transcurre
mayoritariamente por encima de los 4000m (no supera los 4950m). El desnivel
acumulado superó los 10.000m positivos, aunque el ascenso es progresivo y
tendido; nada que ver con el carrusel de desniveles de la cordillera oriental
de Bolivia. A pesar de que no afecta por igual a todas las personas, es un
requisito imprescindible estar aclimatado. La altitud puede matarte y no
conviene subestimarla. Las primeras semanas fueron de cambios significativos a
nivel fisiológico, experimentando insomnio, dolor de cabeza, ansiedad, vértigos y deshidratación por la falta de oxígeno.
Otro inconveniente no menos importante
que hay que afrontar es el de la comida y el agua. Al ser áreas aisladas y
remotas es necesario llevar comida al menos para una semana y agua para un par
de días. No hay muchos puntos donde abastecerse, aunque tampoco es un
imposible. El objetivo es mantenerse autosuficiente sin tener que mendigar
víveres a oriundos y turistas. El agua es el mayor trastorno y lo que propicia
que tu bici se convierta en un armario a la hora de desplazarla. He visto como
algunos compañeros demandan comida y agua a turistas que pasan en los jeeps
para aliviar el peso de su equipaje. Yo no soy partícipe de esta fórmula, pero que
cada uno considere.
Es muy aconsejable llevar un
equipamiento de calidad, especialmente la bicicleta. El camino es tan
desgarrador que debido al peso y el precario estado del camino hay muchas
probabilidades de seccionar cubiertas o romper componentes como tija, sillín,
radios, anclajes, trasportines, perder tornillos, etc. Yo no tuve averías
considerables, pero todavía me cuesta creer que mi humilde bicicleta pudiese soportar
todo aquello. Aún me sigue mirando con recelo.
Así es a grandes rasgos “la
aventura de las cuatro agonías”. Y así es como la recordaré.
Continuará…